BUNNELLI'S: bocados directos a la placidez
- belingastro
- 7 sept 2017
- 3 Min. de lectura

No pretende ser “bonito” el título que encabeza estas líneas, las de una valoración del concepto culinario que no admite medias tintas en cuanto a las pinceladas elogiosas que de producto, hechuras, espacio y servicio de sala se pueden encadenar. Remarco que el titular se inspira en el grado de sosiego que se puede alcanzar cuando traspasamos el umbral del restaurante, que se mimetiza en el pintoresco grupo de casas de Punta Brava en Puerto de la Cruz.

Piensa uno cuando avanza por el confortable corredor que nos encamina hacia la luz -la culinaria y la del horizonte marino del pueblo portuense- que en la mente de ciertas personas florecen proyectos que trascienden a la propia médula conceptual que han perseguido. En estos párrafos se da el caso y es irrefutable cómo las intuiciones de Wolfgang Kiessling se han trasmutado en esos cortes imprescindibles de un portentoso Angus o de una vaca gallega con maduración impecable, pongamos por caso, y finalmente trasladarnos de la expectativa al sosiego que proporciona todo lo sabroso y bien hecho.

Dos años cumple Brunnelli’s y qué mejor que uno de los tintos de la bodega de la casa, la de la propia marca, para brindar por un enclave de restauración del que en Tenerife podemos sentirnos más que orgullosos. Este ensamblaje goloso de las variedades cariñena-tempranillo-garnacha nos va a deparar armonía con un muestrario cárnico que pocos lugares podrán igualar en la Isla.
Se concibió como un steakhouse norteamericano en el que la búsqueda de la perfección –también del arte de la maduración “in situ”- en el género y los puntos se traducen en una pasión por las selecciones de las firmas ganaderas más prestigiosas desde las gallegas o de Ávila, a las toledanas y, naturalmente, de los Estados Unidos.

Como al principio me refería, el comensal tendrá la respuesta cuando traspase el portal y atraviese la senda de pura madera –formidable- hasta llegar a la sala: desde aquí se divisa el mar espléndido, el spray marino desde ese encuadre al litoral… Wolfang Kiessling quería imprimir lo que él entiende como ribetes exclusivos en su idea primigenia: excelencia y también arte (pueden contemplarse obras canarias y también el homenaje siempre presente a César Manrique).
Equilibrio de la arquitectura interior, cristal y mobiliario… La obra de la cristalera levadiza que separa la gran “bocana” del océano es un prodigio, un espectáculo; me cuentan que las maniobras que se tuvieron que realizar en su momento para la colocación fueron de alta dificultad y me lo puedo imaginar. Y aquí estoy yo, en fantástica compañía y con la copa de blanco de Lanzarote, casi tocando el azul con mis dedos.

Anteriormente, un servidor había acopiado información: un horno Southbend del que sólo existen dos unidades en España; variedades de carnes entre las de mayor reconocimiento internacional… Pero ahora mecido por la quietud, ya “in situ”, esto es otra cosa. Texturas y excelencia. Piezas tiernas, jugosas que abren un registro de sabores auténticos a los que hacen del producto cárnico su bandera: solomillo, Chateaubriand, entrecot norteamericano, T-Bone steak, Porter House…

Chuletillas o paletillas de cordero también alcanzan la excelencia gracias a las características de un prototipo de horno de los que apenas existen dos en España. La bodega de Brunelli’s está armada de forma muy acertada: invita a escrutar las referencias para regocijo de los que somos amantes del vino. Brindo por esa ensalada Brunnelli’s, directa, agasajadora, saludable: papaya, pato,… por el chorizo casero (servido troceado y en línea, buenísimo).
Eso sí, para los que no esté por la labor de la carne, tendrá opciones sabrosas, también al grill, caso de unos formidable carabineros.
La maitre Elena Martínez Ortiz muestra en este momento la selección de las piezas a elegir. Manan los adjetivos de admiración ante los cortes que vienen del grill ya al punto, los bocados y el tinto Brunnelli’s, la línea dulce (sencillamente riquísimos lo buñuelos de plátano).

Y el conjuro alzando el chupito de ron jamaicano: ¡volver aquí otra vez!
Dirección: Calle Bencomo, 50, Puerto de la Cruz (* frente a Loro Parque)
Reservas: 922 06 26 00
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